Los diarios ponen en marcha su maquinaria

Los diarios tambien asumen su rol propagandistico y se posicionan en sus editoriales. El mismo día 15 de abril de 1931, El Socialista se posicionaba con el nuevo gobierno republicano, mientras el ABC seguia junto al orden y la Monarquia.


Desde la mañana del pasado lunes conocía el Gobierno, y no era un secreto para nadie, la decisión adoptada por el Rey de resignar el poder y alejarse del territorio español. No ha detenido la ejecución del propósito más horas que las indispensables para intentar el modo de hacer la entrega en condiciones regulares, en las que pareciesen más favorables a la sucesión y a la paz pública.

Cuando empezó a debatirse el tema constituyente, como habían de ser y llamarse las Cortes, hicimos y reiteramos esta afirmación: que si el sufragio en cualquier convocatoria se manifestase contra el régimen Monárquico, el Rey le allanaría el camino inmediatamente. 

No ha sido necesario que se produzca aquel hecho para que el Rey ceda el poder, para que se niegue a retenerlo sin toda la suma de autoridad y confianza nacional que requiere el celo generoso y la dignidad augusta con que siempre lo ha desempeñado.

El voto del país en las últimas elecciones no estaba convocado para revisar la forma de gobierno; sabíamos y decíamos todos que significaba una primera exploración, un antejuicio, que podía modificar, acentuar o retirar las posiciones de la contienda; pero ni monárquicos ni republicanos se hubiesen avenido a liquidar en una elección de ayuntamientos el problema constituyente.

Ni los antimonárquicos aceptaban como decisivo el triunfo descontado de una mayoría monárquica ni ha fallado esta mayoría en su totalidad. Pero el volumen y el carácter de la opinión manifestada en los comicios, las críticas rencorosas que han preparado esta opinión, el convencimiento de que la ofuscación revolucionaria contra la Monarquía va principalmente contra la persona del monarca, han determinado a Don Alfonso XIII a retirarse de España con la dinastía.

Ha podido esperar la decisión legítima del sufragio, la convocatoria franca, sin emboscadas ni sorpresas, apoyándose en el derecho, acogiéndose a la reacción segura del monarquismo y a la devoción que le guarda el Ejército. Y no ha querido mantener la Monarquía bajo una sombra de recusación, ni consentir luchas, acaso sangrientas, que originase ello. Este rasgo de pura conciencia llegará al corazón de los españoles.

ABC, 15 de Abril de 1931


A las siete y media de la tarde, y con grandes dificultades, llegó a la puerta del Ministerio de Gobernación el automóvil que conducía a los señores Alcalá Zamora y Lerroux, Azaña, Fernando de los Ríos, Maura y Albornoz. Seguidamente subieron al despacho pequeño del Ministerio de Gobernación y ordenaron a don Eduardo Ortega y Gasset que, inmediatamente, se trasladase al Gobierno Civil para tomar posesión de él, y ordenase al alcalde, ya nombrado que se constituyese el Ayuntamiento republicano. 

Inmediatamente de llegar Miguel Maura se dirigió al despacho del subsecretario de la Gobernación al que dijo:

“Aun cuando sea esta una toma de posesión poco protocolaria, vengo a hacerme cargo del Ministerio de la Gobernación del Gobierno provisional republicano.”

Entre tanto Alcalá Zamora y los demás ministros se asomaron a uno de los balcones y fueron largamente ovacionados y vitoreados. A continuación, se trasladaron al despacho del ministro de la Gobernación, donde comenzaron a circular las órdenes necesarias y dar cuenta a las autoridades de la constitución del nuevo Gobierno de la República.

También se redactó un decreto concediendo una amplia amnistía. Mientras se encontraban reunidos los ministros, diversos individuos del partido republicano socialista sacaron al balcón central del Ministerio de Gobernación un cartel en que se pedía que se guardase un minuto de silencio por los capitanes Galán y García Hernández, lo cual fue ejecutado con todo respeto por la muchedumbre que se apiñaba en la puerta del Sol. 

Después se solicito la instalación de un micrófono al objeto de que Alcalá Zamora, en nombre del Gobierno de la Republica pudiese dirigir la palabra al país.


El Socialista, 15 de Abril de 1931